Ep. 2 - Como el espÍRITU SANTO

Laura: Eugenio Látimer Torres tiene una mirada muy peculiar sobre la energía eléctrica.

Eugenio: Mira, esto parece una blasfemia. Pero la electricidad y la energía eléctrica es como el espíritu santo de Puerto Rico. Sin eso, no hay nada.

Eugenio ocupó varias posiciones en la Autoridad de Energía Eléctrica, pero el rol más significativo fue ser su historiador. Curiosa función para quien, además, es el bisnieto de la primera persona de la isla que tuvo energía eléctrica en su casa. 

Eugenio: La primera primera bombilla que se encendió en Puerto Rico por energía eléctrica fue en Villalba, en casa de José Ramón Figueroa.

José Ramón Figueroa era un hacendado criollo que a finales del siglo 19 instaló una planta eléctrica en su casa. 

El 20 de abril de 1893, el periódico La Democracia de Ponce publicó un artículo titulado “En Villalba” -- en el que se narra  una visita a la casa de nuestro amigo Jose Ramón Figueroa. A mitad del artículo, su autor presenta un concepto novedoso: “La luz eléctrica”, y dice sobre ella:

“Por primera vez, había de instalarse en Puerto Rico, y no tocaba ese honor a la capital, a Mayagüez, ni a Ponce”, 

“A las seis de la tarde, borbotaba el vapor de la máquina que engendra las corrientes. A las siete, se encendían los focos iluminando con vivas claridades los contornos. Era un espectáculo. En plena campiña, el progreso con sus resplandores más brillantes”.

Laura: Imposible no reír un poco con ese tono. No porque piense que es  ridículo, sino por lo mucho que se parece a como todavía hablamos de la luz.

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Soy Laura Noemí Pérez, y en este episodio de El Meollo, hablamos de los dos partos de la energía eléctrica en Puerto Rico.

Del primero, en el siglo pasado, nació una red que llegó a ser mucho más que postes y cables: fue el motor que prendió la modernización del país. 

El segundo parto lo estamos viviendo en este siglo, cuando el deterioro de esa misma red y sus constantes apagones nos han forzado a -- finalmente-- meterle mano a una necesaria transición a la energía renovable.

Eugenio: Mi papá, es de la caña. Y ahí vienen los Látimer, ¿ves? Ahí vienen los Látimer, entonces yo tengo toda la información…

Eugenio, como te mencioné, es el bisnieto del hacendado-- José Ramón-- el que estrenó la luz eléctrica en Puerto Rico.

A mí me pareció una casualidad increíble que el autor de un libro sobre la historia de los sistemas eléctricos en este país y la primera persona con la que me senté a hablar para este podcast tuviera un lazo sanguíneo directo con quien prendió la primera bombilla en Puerto Rico. 

Para Eugenio, esa conexión fue precisamente la que lo motivó a contar la historia.

Eugenio: Yo tenía el interés porque la familia me decía, mi mamá me decía, que lo de Villalba y lo del abuelo de ella, que era José Ramón, que había fundado del pueblo de Villalba y había la luz eléctrica. O sea que yo, eso lo tengo yo desde que era niño me lo decían en mi casa.

En otra coincidencia interesante -- y muy parecido a lo que sucede hoy con los sistemas de placas y baterías-- el bisabuelo de Eugenio electrificó su casa porque tenía el dinero para hacerlo. 

Fue una iniciativa individual. Así que no debería sorprendernos que la electrificación del país tardara décadas y que, por un periodo bastante extenso, la energía estuvo completamente en manos privadas.

Agustín: En Puerto Rico, se empezó a desarrollar sistemas eléctricos, como en todas partes del mundo, en las ciudades. Eran sistemas privados. Se hacían las ciudades porque eran con el propósito de ganar dinero. Eran negocios.

Ese es Agustín Irizarry Rivera, profesor de Ingeniería Eléctrica en el Recinto de Mayagüez de la Universidad de Puerto Rico. 

Agustín: A menudo, estaban atados a algún otro negocio. Por ejemplo, aquí en Mayagüez, la empresa eléctrica producía electricidad y producía hielo. 

Agustín ha dedicado su vida a estudiar la energía eléctrica, y fue uno de los primeros dos representantes elegidos por los ciudadanos para la Junta de Gobierno de la Autoridad de Energía Eléctrica. 

Agustín me recibió una tarde en su oficina del Colegio de Mayagüez, donde hablamos de los orígenes de nuestro sistema eléctrico.

Agustín: El tema de que se desarrolló así en Puerto Rico la electrificación en las ciudades, provoca que haya una reflexión por parte de los que dirigen en el país, ¿verdad? Y de ahí viene la idea de hacer una corporación pública que va comprando, las compañías no se expropiaron, se compraron ¿verdad? Compañías eléctricas independientes y las van consolidando hasta que crean una sola corporación pública. Eso duró décadas, eso lo terminó de hacer las Autoridad de las Fuentes Fluviales. Eso no pasó de un día para otro, ¿ves?.

Entre las muchas cosas que no pasaron “de un día para otro”: la construcción y adaptación de sistemas de riego para generar electricidad con agua. 

Como sucede ahora, tanto la construcción de los embalses, las plantas hidroeléctricas y la instalación de un cable de transmisión que cruzó la isla de sur a norte: --casi todo-- se pagó con dinero del gobierno estadounidense.  

La entidad pública que se creó en 1941 para gerenciar esa red eléctrica que recién se armaba se llamó Autoridad de Fuentes Fluviales. 

Eugenio: Y se creó Fuentes Fluviales, ahí es que entra Antonio Luchetti.  

El ponceño Antonio S. Luchetti, ingeniero eléctrico graduado de la Universidad de Cornell, ayudó a establecer en el gobierno de Puerto Rico las “Utilizaciones de las Fuentes Fluviales”. 

También logró que el gobierno comprara compañías privadas de energía, mientras impulsaba la construccion de las plantas hidoreléctricas de Carite y Toro Negro. 

El 2 de mayo de 1941, se unen las funciones y activos de la Utilización de las Fuentes Fluviales y la Administración del Servicio de Riego de Puerto Rico para crear la Autoridad de Fuentes Fluviales. 

El ingeniero Luchetti fue su primer director.

Eugenio: ¿Cuál es la ventaja de la autoridad? Que funciona como un gobierno aparte y puede coger prestado financieramente. ¡Eh, chacho! Eso fue, pues un bótate. Porque entonces había más dinero, había muchos recursos. Porque la cosa es, es para el país completo, es una industria enorme. 

Voy a parar aquí para explicar que esa capacidad de tomar prestado fue crucial. 

Gracias a eso, la Autoridad de Fuentes Fluviales nunca necesitó de asignaciones legislativas porque generaba sus propios fondos vendiendo... electricidad.

En 1944, la Autoridad tomó prestado a través de una emisión de bonos— veinte millones de dólares. El año siguiente, emitió otra de cinco millones. Dos años después, otra, de cincuenta millones. Como podrás intuir, ese gustito por el fiao se convertirá en un problema, pero de eso hablaremos más tarde.

Para Eugenio, esos años de creación de nuestra primera red eléctrica están llenos de audacias que todavía cuenta con pasión y orgullo.

Eugenio: ¿Qué tú me dices de la electrificación rural? Eso fue increíble. Imagínate el impacto que tuvo eso. Porque son cosas tan obvias que la gente no se da cuenta. Esa gente que vivía en las montañas porque la gente, la civilización estaba en las montañas.

No estaba acá en San Juan, ni en Mayagüez-- estaban en las montañas. Y esa gente tenía que estudiar y de noche ¿qué hacían? Como hacían rayos, con un farolito. ¿Tú te imaginas el impacto de que pudieran tener luz eléctrica y que un niño pudiera poder hacer sus asignaciones con luz?

Ese impacto, nada más, es grandioso, es grandioso.

Escuchando esa pasión con la que habla Eugenio, está claro por qué nos dijo que la electricidad para él es como el espíritu santo que mueve al país. Y eso me pone a pensar que la infraestructura de la luz fue el gran sistema nervioso que conectó todo. Fue eso que nos dio el Puerto Rico que hoy vivimos.

Eugenio: Mira, la energía eléctrica es la madre de un montón de instituciones. Empecemos.  Energía eléctrica, ¿verdad? Riego, Obras Públicas, la transportación. 

Y tiene que ver también con las uniones. Ahí empezaron, ¿por qué? Porque estamos hablando que el sistema de riesgo fue de las obras más grandes que se dio en país, y todavía sigue siéndolo. Para hacer eso, ¿que tú necesitas? Miles y miles de empleados. Hubo una época en que hubo doce mil empleados ahí. Y para tener trabajando en esos sitios y obrando en esas montañas y haciendo esos canales, pues necesitabas tener esa gente y entonces tenías que tener campamentos, porque tenían que trabajar allí. ¿Y qué hacía esa gente cuando no tenían ná que hacer? ¿Ah? Pues, hacer música y eso. Y dicen que ahí nació la plena. 

Sí, Eugenio acaba de conectar nuestro sistema eléctrico ¡con el nacimiento de la plena! Algo de lo que nadie está seguro. Claro que para él la luz es divina.

——

 Agustín, el profesor de Mayagüez, también me habló de la hazaña que fue montar un sistema eléctrico en un archipiélago como el nuestro.

Agustín: Mi papá me cuenta que, cuando él era muchacho, que corría descalzo por el campo, la carretera se acababa en lo que se llama maleza. Está como en el kilómetro 5 de la carretera 348 de hoy y  la electricidad llegó, como llega todavía, con una línea eléctrica que venía de CROEM: el Cerro las Mesas. Y hubo luz en ese campo antes de llegar la carretera. 

Esta estrategia es distinta a la que se sigue en la mayor parte del mundo, donde las líneas eléctricas se suelen tirar junto a las carreteras.

Pero, como me contó Eugenio, las personas a cargo de las Fuentes Fluviales se lanzaron a electrificar hasta los campos más remotos porque intuían que la electricidad iba a transformar el país. 

E hicieron cosas que nunca se habían hecho: 

Agustín: La Autoridad de Fuentes Fluviales fue uno de los pioneros en instalar torres de línea de transmisión con helicópteros. Pues, ¿por qué? Porque que querían tirar un sistema eléctrico por el centro de la cordillera y no había carretera, pues cómo ibas a cargar eso, pues lo llevas en un helicóptero. 

Eugenio: Mira coger un helicóptero con un poste de esos y llevarlo, ay que tener unas habilidades terribles para eso. Entonces abajo estaban los, los otros compañeros que tenían el hoyo y tó pa’ sembrarlo.

Y esa voluntad de hacer es la que eventualmente nos legó un sistema eléctrico tan complejo como el que tenemos, que muchas veces nos hace rascarnos la cabeza cuando nos enteramos de que un árbol —o incluso una rama— se lleva la luz de siete u ocho municipios de cantazo. 

Cuando eso pasa --nos parece absurdo y hasta maldecimos el diseño del sistema-- , pero en aquellos tiempos osados--  ese diseño fue transformador. Y entender estos contextos es súper importante para pensar nuestro futuro. 

Agustín: Cuando el huracán Maria vino aquí un grupo de gente a hacer este análisis, pensamiento, y una de las cosas que criticaron enormemente, sin el contexto histórico es que nuestras líneas eléctricas corren por la cordillera y que no están en las autopistas. Pues seguro, pues si la autopista la hicimos el otro día y nosotros tenemos electricidad desde el principio del siglo ha pasado. ¿Ve? Entonces la gente habla y critica y dice “no, que eso está mal” .

Bueno, no, eso fue un gran avance social, económico, político en nuestro país. Esa gente hay que darle un reconocimiento extraordinario por la labor que hicieron. Por la capacidad que tuvieron de, de montar, operar y mantener adecuadamente un sistema eléctrico. 

Esas hazañas no ocurrieron a lo loco. Había un plan y una visión de que el país tenía que estar electrificado para entrar a la llamada modernidad y poder desarrollarse social y económicamente.

Agustín: Aquí se hizo una transformación social extraordinaria cuando se tomó la decisión de que iba a haber electricidad para los ricos y para los pobres. Iba a haber electricidad en los pueblos y en los campos. Que en el campo más alejado iba a haber electricidad para que el jíbaro prendiera una bombilla. Eso es una decisión política y eso es una decisión social. Eso no tiene nada que ver con tecnología. Eso es una decisión. Eso es un contrato social.

Cuando en Puerto Rico dejamos de usar el agua para usar el petróleo como fuente de energía, fue también una decisión que correspondía a una visión de país, aunque no salió exactamente como anticipado.

Agustín: Lo que pasa es que al mismo tiempo que se hace ese desarrollo, se desata un programa de industrialización, ¿verdad? , que provoca que la gente se vaya a la ciudades. Eh que ahora la demanda aumenta en forma significativa. Y llegó un punto que la hidroeléctrica no da abasto. Entonces se toma la decisión de usar petróleo para producir electricidad. El petróleo en aquella época era regala’o. La cláusula de ajuste de combustible estaba diseñada para devolverte dinero.

Sí. Paré la grabación para asegurarte que escuchaste bien.

Especialmente a ti que pagas la factura de electricidad en Puerto Rico.

Agustín me explicó que “la cláusula de ajuste por compra de combustible”, --que en los pasados años ha sido un dolor de cabeza y también del bolsillo-- se diseñó para AYUDAR al consumidor. 

Porque la Autoridad de Fuentes Fluviales estimaba que iba a comprar el barril de petróleo como a dos dólares...

Agustín:  Y eso era un sobreestimado, y ellos lo sabían. Así que hicieron una cláusula de ajuste porque, como iban a hacer negociaciones para encontrarlo un poco por debajo de los $2, pues cuando bajara el precio, pues entonces en el próximo ciclo de facturación, si lo compraron a 80, pues busco esos 20 chavos por barril, te lo devolvían. O sea, que por muchos años, la cláusula de ajuste de combustible era tu amigo y no tu enemigo, ¿verdad?, porque te regresaban dinero. Eso, por supuesto, cambia y cambia cuando, cuando el mundo se hace adicto al petróleo, cuando los países que tienen mucho petróleo deciden que ya está bueno de que los imperialistas los expriman y entonces deciden, yo no voy a dejarte sacar el petróleo de aquí para que los refines allá pa’ que entonces me venda gasolina. Que es lo que hacen los miembros de la OPEC y dicen no, no, ellos se dan cuenta lo que está pasando. Mandan sus hijos y su gente a estudiar y montan las refinerías y ahí le dicen se acabó el cuento. Eso ya estaba pasando cuando aquí, por ejemplo, se montó la CORCO. 

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La CORCO --esas  son las siglas de “Commonwealth Oil Refining Company”-- una entidad pública cuyo esqueleto mohoso interrumpe una de las mejores vistas al Mar Caribe que podrías apreciar cuando viajas de Ponce a San German.  

Pero en lugar del Mar Caribe lo que se ve es un adefesio de metales y tuberías sembrado en más de 800 cuerdas de terreno entre Peñuelas y Guayanilla.

Y para que tengas una idea de la inmensidad de ese espacio, en los terrenos de la CORCO cabrían 177 parques de pelota. 

La refinería criolla, donde también planificaban producir plásticos y otros derivados del petróleo, murió víctima de la crisis petrolera de finales de la década de 1970. 

Agustín: Que fue un buen gran fracaso, porque se montó CORCO presumiendo de que siempre íbamos a poder sacarle el petróleo a otro país, traerlo aquí, refinarlo, crear valor y venderlo. Bueno, eh, una, una, un cambio geopolítico y la CORCO se queda en las tablas, ¿verdad? Entonces, fíjate que las plantas grandes de la Autoridad de Energía Electrica, de fuentes fluviales están en el sur. Están atadas a esa refinería. Están atadas a ese concepto de que yo voy, traigo el petróleo, lo refino y aquí mismo suplo las plantas. O sea, había un plan maestro. El plan maestro fracasó porque hubo un cambio geopolítico que no se anticipó, pero había un plan.

Un plan que dependía de muchas cosas que no controlamos: como los conflictos internacionales que menciona Agustín y también trucos contributivos atados a los caprichos de la política externa estadounidense. 

Hoy, ese fracaso de la CORCO sirve para contextualizar el ocaso de la Autoridad de Energía Eléctrica. Y es un triste recordatorio de que, al parecer, no hemos aprendido mucho. 

Agustín: O sea, la Autoridad de Fuentes Fluviales cumplió con todo su propósito. Su propósito era electrificar el país y lo alcanzó. Pero la Autoridad de Energía Eléctrica nunca recibió un mandato nuevo.

Nunca, nunca hubo una discusión en nuestro país para decir este instrumento que lo que hace es que maneja el sistema eléctrico, ¿cuál es su nueva misión?. Ya el país está electrificado. ¿Cuál es su nueva misión?  Eh, en eso fallamos colectivamente todos y falla también la, pues la legislatura, que es la que aprueba las leyes y aprueba el marco, y es el que tiene que darle dirección a la Autoridad de Energía Eléctrica. La Autoridad de Energía Eléctrica, entonces, se convierte en un gorila de 800 libras. Entonces, yo mando aquí en todo lo que tiene que ver con electricidad. Me pongo bastante cómodo del punto de vista de no al cambio tecnológico, en ese sentido, se alinea con todas las demás compañías eléctricas de este planeta. Si hay una empresa que son bien conservadoras y bien lentas para aceptar los cambios son las compañías eléctricas, particularmente en Norteamérica, en Estados Unidos y Canadá. Así que Energía Eléctrica desarrolla esa, esa actitud un poco de complacencia.

Cuando hablé con Eugenio, él me contó cómo en la Autoridad existían personas que no eran complacientes. 

Eugenio: Donde yo trabajaba, al lado de la oficina mía, estaba la Oficina de Planificación y se planificaba. Yo me acuerdo de las baterías que había por Carolina que pusieron un montón de baterías y trabajaba fantástico y grandísimo, unas baterías inmensas. ¡Pues si habían doctores! Pero ¿qué pasa, todo esos talentos que tenemos? ¿Que pasa que aquí no se produce eso en acciones afirmativas y positivas de acción, no? Y es la política, la politiquería, el quítate tú pa ponerme yo, es un mal que tenemos.

Y, en ese drama partidista, la que sufrió fue la política pública que debía encaminar el futuro de la autoridad.

Porque esos dimes y diretes de los partidos políticos que menciona Eugenio, con el tiempo, se entendieron en el país como si fueran inherentes a la Autoridad de Energía Eléctrica.

Una gran mayoría de nuestra ciudadanía se convenció de que todo lo malo de nuestro sistema eléctrico era por culpa de su naturaleza “monopolística”.

Eugenio: Un monopolio puede ser fantástico, como lo fue, o puede ser una porquería, como lo es ahora. Es la gente, es la actitud que tenga, el espíritu de lealtad o de eficiencia, o de sapiencia, de tecnología. Pero no importa si es privado, eso no tiene que ver nada. Hay, pero la gente se (**) ay sí, que es el monopolio. Y con el monopolio, como si fuera una mala mala palabra, pero el monopolio ese funcionó y electrificó a Puerto Rico y le dió todo, todo lo que le dio y mira como está ahora, un desastre, un desastre.

Ese desastre es la consecuencia de la falta de visión de los dos partidos políticos que se han turnado el poder en Puerto Rico.

Agustín: Básicamente desde la legislatura, empezaron a dar un montón de subsidio. Y además de eso, te doy mandatos, te estrangulo el presupuesto. Ah, ¡y no subas la electricidad! No puedes subir el precio de electricidad ¿por que?, porque me afectan las elecciones. ¿Cómo lo resuelven los jefes políticos que se han encaramado en la Autoridad de Energía Eléctrica? Pues emiten deuda y gastan en cosas que son operacionales que debieron estar, eh, cobradas a través de la factura.

Esto que está describiendo Agustín es una crisis de gobernanza. Un mandato político a la INACCIÓN, que no es solo congelar las tarifas, como dijo Agustín, sino, también, no invertir en nuevas plantas generadoras ni en nuevos equipos PERO seguir endeudándose solamente para mantener la red funcionando.  

Agustín: Y poco a poco vas acumulando una deuda que no se puede pagar. Porque tú tienes una panadería que hace pan comprando harina en al precio del 2012, pero vende el pan al precio del ‘92 porque hay un señor que, que dice que es accionista allí y dice no puedes subir el precio al pan, ¿verdad? Y tampoco le puedes decir al país que esto está pasando. Un secuestro total. Eh, se elimina la sección 936 del código de rentas internas de los Estados Unidos. Se van un montón de empresas que estaban operando en Puerto Rico. Cae la demanda industrial, que era una de las demandas grandes, y, además de eso, esa gente pagaba la luz. Viene la caída en el empleo. La gente está en unas condiciones económicas más difíciles. Es un proceso sistemático que toma décadas, ¿verdad?

Después de escuchar este resumen de Agustín, me atrevo a decir que  encontré evidencia de cómo la complacencia sustituyó la osadía.  

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En junio de 1971, en una columna en el periódico El Mundo, el periodista Jorge Javariz se lamenta del deterioro de “Fuentes Fluviales”. Voy a leer un pedacito: 

“Aquella luz eléctrica en la cual se confiaba, como se confía en la luz del sol, se ha tornado veleidosa como una prima donna. Los apagones están a la orden del día. Y son largos, a veces de varias horas. Y frecuentes. La electricidad nos falla de día y de noche a cada rato. Y con cada falla se va perdiendo aquel bien ganado prestigio de la Autoridad de las Fuentes Fluviales. ¿Qué está pasando?”

El columnista era parte de un coro creciente de quejas que todavía mencionan ese “prestigio” que tenía la Autoridad en la mente de los boricuas. 

Y en los próximos años uno pensaría que la Autoridad iba a contestar a estas quejas con soluciones tan audaces como las de su pasado.

Ocho años después, en 1979, encontré lo que parecía esa respuesta. 

El Mundo publicó un anuncio a dos páginas donde se informa al país del cambio oficial de nombre de la Autoridad de las Fuentes Fluviales a la Autoridad de Energía Eléctrica. 

Entre fotos de computadoras y de celadores, un bloque de texto resume la historia de la autoridad y promete un futuro brillante y cito “ante el gran reto que nos imponen estos tiempos de crisis en el abastecimiento mundial del petróleo.”

El anuncio habla de “fuentes alternas de energía”, de usar la fuerza del océano, “el sol, el viento” y que todo esto, unido al cambio de nombre, era “un nuevo paso decisivo en el enfoque de la Autoridad”. 

Pero, sabiendo lo que sabemos hoy, que nada de esto se cumplió, este anuncio resulta mera propaganda, la evidencia de cómo una entidad pública que literalmente cruzó las montañas para electrificar al país se contentó con cambiarse el nombre y anunciar cosas que nunca hizo.

Y ahora aquí estamos… con una autoridad en pedazos… con el mismo nombre pero fragmentada, fragmentada por una visión ideológica de que lo privado es, siempre, superior a lo público. 

En cierto modo, se siente como un regreso a ese pasado que yo no viví y del que solo he leído y escuchado. 

Un operador privado llamado Genera PR se encarga de la generación de energía y otro, también privado, llamado LUMA Energy, atiende la transmisión y distribución. 

Dos agencias gubernamentales relativamente nuevas sustituyen otras funciones de la Autoridad. 

Por un lado, el Negociado de Energía regula todo el sector energético. Por el otro, la Autoridad para las Alianzas Público Privadas supervisa los contratos de los operadores privados.

En ese arreglo, la una vez todopoderosa Autoridad de Energía Eléctrica se queda-, se queda como archivada en una gaveta, con poca relevancia pero con toda la responsabilidad. 

Porque, en papeles, sigue siendo dueña de los cables, postes, transformadores, subestaciones, centrales de generación, y es a la que le toca contratar las empresas privadas que operan el sistema.

También, sigue siendo responsable de los trece mil millones de dólares que debe a bonistas y pensionados; una deuda, que de alguna manera, acabaremos pagando todos los ciudadanos de este país .

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En el próximo episodio de El Meollo: relatos de nuestro presente energético 

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y de más personas como nosotros, atrapadas entre la agonía de la red eléctrica que nos legaron y el súbito nacimiento de una nueva.

SONIDO

Este episodio lo escribió Oscar J. Serrano. Fue editado por Ezequiel Rodríguez Andino y por mí, Laura Noemí Pérez. El diseño de sonido y la producción son de Ezequiel Rodríguez Andino. El diseño de marca y el arte gráfico que acompaña los episodios son de Alberto de la Cruz.

Esta primera temporada de El Meollo fue posible gracias a la subvención de la Fundación Puertorriqueña de las Humanidades, el National Endowment for the Humanities y el Environmental Defense Fund.

Contamos con la asesoría de Agustin Irizarry Rivera y Carlos A. Muñiz Osorio.

Agradecimientos especiales para José Ibañez, de Monopolio Records, Sonya Canetti Mirabal y Dalila Rodríguez Saavedra, de Humanidades Puerto Rico, Dan Whittle y Braulio Quintero del Environmental Defense Fund, María Colón Cruz y los estudiantes de comunicación de la Universidad del Sagrado Corazón y a Espacios Abiertos.

Visita el portal ElMeollo.org para consultar materiales relacionados con este episodio y obtener más información sobre la energía en Puerto Rico.