Ep. 3 - Zona de sacrificio

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Laura: 6 de noviembre de 2017- 

a 51 días del paso del huracán María por Puerto Rico, si prendiste la televisión por la mañana, quizás te encontraste con esta noticia:

WAPATV-Nov 2017- Saludos, buenos días, justo ayer a esta hora se produjo un apagón que dejó a las zonas que ya tenían servicio de electricidad, sin luz, incluyendo  lugares críticos como el Centro Médico de Río Piedras, así también como el Aeropuerto Internacional Luis Muñoz Marín…”

8 de abril de 2022, “Ladymaria51” en YouTube subió este video:

ARCHIVO- Hola a todos espero que se encuentren bien, el video de hoy se titula, se fue la electricidad y se me daño el bizcocho.

17 de septiembre de 2022,-- conferencia de prensa desde el Negociado de Emergencias 

ARCHIVO- En cuanto al Departamento de la Familia...

justo antes del paso de lo que eventualmente sería el huracán Fiona por nuestro archipiélago, el gobernador de Puerto Rico está hablando y...

ARCHIVO- “ adelantar los servicios del PAN a los beneficiaros.. .(se va la luz) “ voce “ se fue la luz”  (risa) (pitido)

Para muestra, un botón ¿no? 

ARCHIVO- En medio de la conferencia de prensa se ha ido la luz.

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Llevamos años viviendo en este ritual patético con “la luz”, que no importa si estás en tu casa, grabándote mientras haces un bizcocho para subirlo a tu canal de Youtube –o  inclusive-- si estás comunicándote con el país para informar sobre una emergencia inminente.

La luz se comporta como una deidad caprichosa que no pierde oportunidad de recordarte lo mucho que dependes de ella y que no hay sacrificio que hagas que te asegure cuándo volverá a sonreírte con el privilegio de estar ahí para ti.

Es como cuando el voltaje baja-- la luz ni se apaga ni brilla. Se queda ahí, parpadeando, generando ansiedad, desconfianza. Es desesperante, porque no puedes controlarla.

Pero, claro, la luz no es una deidad. La luz es un servicio esencial, que nos llega mediante un sistema físico que deberíamos poder controlar, que tendría que ser eficiente.

Como me dijo la administradora de una cooperativa de vivienda:

Rosalina: Bueno, nada es perfecto, pero una cosa es que no sea perfecto. Y otra cosa es que sea casi totalmente imperfecto. Me entendieron? (rie)

Soy Laura Noemí Pérez y, en este episodio de El Meollo, escucharemos varias formas en las que los puertorriqueños sufren por una red eléctrica “casi totalmente imperfecta”.

En 2019, dos años después de que el huracán María arrasara la red eléctrica, entre tantas cosas que devastó, una nueva ley —la Ley 17— estableció la meta de que el 100% de la generación de energía en Puerto Rico provenga de fuentes renovables.

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Pero el avance hacia esa meta se siente, a menudo, tan lento y pesado como caminar hacia una orilla lejana desde el medio de un pantano. 

Varadas en el centro de esa ciénaga, abrumadas por los apagones, alrededor de cien mil familias en nuestras islas han decidido no esperar por el Gobierno y han instalado en sus hogares un sistema de generación distribuido: las famosas placas y baterías.

Archivo

El ingeniero electricista Ángel Zayas Duchesne– lleva 30 años diseñando soluciones con sistemas de energía tanto a nivel industrial como residencial. Y, en esas tres décadas, ha visto cambios, provocados por la tecnología.

Ángel: Los costos de los sistemas de baterías y sistemas solares, en la historia, lo que ha hecho es estar bajando, bajando, bajando.

pero también por los desastres.

Angél: Luego de María, es que todos los que tenían y lograron tener su sistema solar en su gran mayoría han incluido baterías y del 98 o 99 porciento de los sistemas que se venden hoy residencial es con batería, porque nadie quiere vivir sin tener las baterías.

Ángel me explicó que el uso de las baterías en Puerto Rico es extraordinario, porque, en la mayoría de las instalaciones de estos sistemas en otras partes del mundo, no se incluyen. 

¿Por qué? Porque la energía eléctrica no falla con la misma frecuencia que aquí y la mayoría de los clientes no viven, como nosotros, en la autopista de los huracanes. Así que pueden contar con la fiabilidad de la red colectiva para electrificar sus sistemas. 

Mientras más rápido tengamos aquí una red confiable —con apagones mínimos y con tiempos de recuperación cortos después de un desastre—, hará menos falta instalar baterías y, por lo tanto, los costos de estos sistemas se reducirían significativamente. 

Aun con lo costosos que salen, –estamos hablando, en muchos casos, de 20 y 30 mil dólares–, la urgencia por una solución ha hecho que alguna gente termine en manos de suplidores dudosos, o con sistemas que no entienden completamente y que no aprovechan al máximo, o con ideas erróneas de lo que implica tener un sistema de energía solar en la casa.

Ángel entiende que la transición hacia la energía renovable debe concentrarse, en el corto plazo, en viabilizar que la mayor cantidad de personas puedan tener un sistema en el techo de su casa. Y que la gente se acostumbre a adquirir y operar estos sistemas de la misma manera que lo hacen con un carro.

Ángel: La realidad del caso es que hay un balance entre el consumo y lo que tú tienes para que pueda ser efectivo. Y mi recomendación siempre es, pues que la gente entienda qué es el concepto de las baterías y que funciona como si fuese un tanque gasolina. Tiene su uso, tiene su tiempo. En un escenario que se fuera la luz y tú tienes tu sistema en la mano aquí evaluándolo y verificándolo, tú entonces utilizas exclusiva y necesariamente lo que tú necesitas para mantener esa batería lo más cargada posible y que se descargue bien lentamente, porque tú quieres que al otro día llegue la batería a un porciento alto de quince, veinte, treinta porciento, llega el sol y carga la batería. Si tú no tienes ese control y tú dices ah pues yo voy a estar aquí como un pachá no importa que se fue, y al otro día llegó el día que llovió todo y no tienes luz, no te va a cargar la batería. 

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Velar el consumo no es una cosa de ingeniero electricista, porque la realidad es que las actividades más rutinarias del diario, y los enseres que usamos más comúnmente, tienen un consumo bajo. Son ciertos aparatos, como los aires acondicionados, las secadoras de ropa y las de pelo también, esas son las cosas  que disparan el consumo. Y eso, todo eso, es sentido común.

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Pero incluso si TODAS las casas unifamiliares de Puerto Rico llegaran a tener su propio sistema de placas fotovoltaicas, seguiría habiendo amplios sectores del país que enfrentarían problemas con el sistema eléctrico. 

AMBIENTE

Victor: Deja ver si va....esto pesa tonelada y media.

Ese es Víctor Vargas Torres. Me está explicando cómo funciona una batería que tiene para enfrentar los apagones. Es bastante pesada y por eso se convirtió en un mueble más de su sala. Le costó seis mil dólares.  

Victor: Pero es un carrito. Yo lo voy. Este, estoy pensando, ¿ve que es un carrito?. Ella tiene su carrito. Entonces, de aquí. 

Laura: Parece un bulto de escuela.

Victor: Sí. 

Victor es un director de escuela jubilado, que junto a su esposa, vive desde 1981 en la Cooperativa de Vivienda Jardines de San Francisco en Río Piedras.

Victor: Ella tiene aquí el sistema para cargar las baterías. Aquí abajo tiene otros tipos de sistemas. Aquí, si alguien fuma, tiene un car-lighter también. Para cargas, que no que no existen y que yo no los quiero. 

En las dos torres de 12 pisos que comprenden esta comunidad, viven 344 familias. La mayoría, como Víctor, son adultos mayores retirados. No todos son tan ágil de mente y cuerpo como él, pero todos los residentes de Jardines de San Francisco tienen que ingeniárselas para asegurarse la energía eléctrica. 

Digo, eso es algo que pasa en el país entero, pero para las personas que viven en edificios multipisos, es todavía más complicado. 

Victor: Bueno, pues si se va la luz. Lo primero que tengo que hacer es proteger la nevera. Con ella, yo puedo cargar equipos eléctricos y me da un servicio, por ejemplo, con la nevera,  que es donde yo mayormente la utilizo, de unas dieciocho o diecinueve horas. Pero, ¿qué pasa? Si se pasa de las diecinueve horas la batería se descarga y volvemos al cuento de nunca acabar.

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Las cooperativas de vivienda y los condominios son comunidades de interés común, donde, por ejemplo, el techo, los pasillos, las escaleras y ascensores, las lavanderías, las zonas recreativas y de estacionamiento, son áreas comunales que no pueden usarse para beneficio personal. 

Así que, para estos vecinos, la alternativa individual de poner placas en el techo no sirve como en una casa. 

Rosalina: Nosotros con el problema de la luz. Llevamos trabajando hace muchos años, antes de que viniera el huracán María habíamos hecho un relamping que llaman para cambiar todas las luces de las áreas comunes, pasillos, áreas recreativa y todo, a las luces que que consumen menos energía.

Esa es Rosalina León, la administradora de Jardines de San Francisco, la cooperativa de vivienda donde vive Víctor.

Rosalina: Eso lo habíamos hecho ya.  Precisamente habíamos sometido una propuesta con la idea de montar placas solares en las áreas comunes para abaratar el costo de la luz que antes era caro, pero ahora es súper caro.

Rosalina es, además de administradora, vecina y socia fundadora de esta cooperativa, que se inauguró en 1970.

Rosalina: Y entonces este habíamos sometido una propuesta por unos fondos que tenía el gobierno en ese momento. Hicimos todo el trabajo y precisamente la semana que pasó el huracán Irma iban a asignar los fondos y nosotros estábamos aprobados. El proyecto era unos seiscientos mil dólares y nos iban a dar el cincuenta porciento y nosotros ponemos el cincuenta porciento. Vino el huracán Irma y la semana siguiente vino María. O sea que después de todo el trabajo, la inversión porque había una compañía contratada para someter todo el proyecto, pues nos quedamos ahí.

Ese dinero era parte del Fondo de Energía Verde, o Green Energy Fund, un programa gubernamental que manejaba la Oficina Estatal de Política Pública Energética y que ofrecía ayuda económica tanto a personas como a empresas que deseaban generar energía renovable para bajar sus gastos de electricidad. 

En el caso de Jardines de San Francisco, la inversión de más de medio millón dólares iba a permitir instalar un sistema fotovoltaico que cubriría los techos de las dos torres. Pero, aun así, la energía de estas placas solares habría dado SOLAMENTE para prender las áreas comunes, no los apartamentos. 

Rosalina: Los elevadores, las áreas recreativas que si pueden ver, son bien extensas. Sabes que hay mucho consumo de energía. Las lavadoras, son ochenta y ocho máquinas porque en cada piso hay dos lavadoras y dos secadoras. Los pasillos de los edificios. O sea que es un área bastante amplia.

Lógicamente, tener luz en las áreas comunes sería un gran beneficio para los vecinos y un ahorro en los gastos de energía, pero, dado el tamaño del problema, la solución se sigue quedando corta.

Rosalina: Pero no podemos resolverle el problema que significa tú estar sin luz en tu casa. Porque que en una casa tú pones una planta, pero aquí no. 

Así que, aunque la inversión es grande, el residente no la ve dentro de su apartamento. Está claro que “poner placas” en un edificio no es lo mismo que “poner placas” en una casa. 

Victor: La energía eléctrica no mejora, pero el bill no falla.  El bill no falla y cada día viene más alto. y entonces, yo vengo aquí de cada rato de noche sin luz. Se cansa uno como ser humano.  Y, pues, le quita el ánimo a uno también porque es bien difícil.

Es bien difícil  porque somos seres humanos, estamos adaptados a una forma de vida. Y entonces cambiarte esa forma de vida, tú estás adaptado a que siempre había energía eléctrica. Siempre había luz en la casa. Y ahora estamos adaptándonos a que estamos pa’ atrás como el cangrejo a volver otra vez. Yo tengo dos estufas de botellas de gas  No es lo mismo. O sea, en vez de ir hacia el frente, vamos hacia atrás.

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Al menos en el caso particular de Jardines de San Francisco,  el sentido de comunidad y la solidaridad entre vecinos está más presente que en muchos edificios que funcionan como condominios. 

Probablemente se deba a que en la cooperativa los residentes son accionistas y dueños del complejo donde viven. La venta o traspaso de apartamentos está controlada porque el objetivo no es generar ganancias, sino asegurar vivienda digna a precio asequible.

Esa mentalidad va creando redes de apoyo sorprendentes. 

Pablo: Te cuento. No es una destreza de la que yo me sienta orgulloso. Obviamente yo no quisiera tener que haberme aprendido todas las maneras de cómo llegar a LUMA.

Pablo Arroyo León se crió en la cooperativa y ahora vive —y muchos días, también trabaja— desde el apartamento que, durante su niñez y adolescencia, compartió con su mamá y una de sus tías, las dos hermanas de Rosalina. 

Pablo: Antes de LUMA yo le reportaba a Energía Eléctrica. Mi fuente siempre era las redes. Yo le tuiteaba a Energía Eléctrica y alguien me contestaba.Y pues uno siempre, pues mira, yo los reportaba. Me daban un número. Este, la vecina tenía el teléfono del vecino le decía mira, ya hay una querella. Este es el número, tal, y resolvían.

Pablo aceptó la encomienda que le dio su comunidad: llevar un registro de las gestiones que hace cada vez que se les va la luz.

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Pablo: El día que yo me senté a hacer la tabla, tuve como sentimientos encontrados porque.  Pues, lo primero que pensé fue, no estoy loco, es verdad que se nos va mucho la luz. Y tenía como evidenciarlo. Sentarme a ir uno por uno a ver todas las veces que he reportado. Lo que me han dicho. Entonces, es esa frustración de uno ver la validación de que sí se nos está yendo la luz un montón y con mucha frecuencia. Me contestan, vienen, lo arreglan. Pero no han hecho nada para que esto deje de pasar. O sea.

Después de décadas viviendo en Jardines de San Francisco, Pablo puede identificar cómo la vida y, especialmente, la ansiedad por la inestabilidad del sistema eléctrico, cambiaron su comunidad.

Pablo: Definitivamente fue María, este, porque yo siento que de alguna manera el trauma fue tan grande y todo lo que ocurrió después y lo difícil que ha sido la vida después de 2017, osea de septiembre del 2017, ha hecho que uno esté constantemente en en en el modo de supervivencia. O sea, yo siempre estoy pensando, pues si se va la luz, cómo resuelvo que no se me dañe la compra. Cómo ayudo entonces ahora, entonces ahora mis tías viven aquí, pues ya son mayores, pues también cómo puedo ayudarlas a ellas. Después entonces, como vino toda esa seguidilla de cosas, pues como que estamos tratando de superar a María en todos los aspectos, ¿verdad? En el aspecto, eh, emocional y en el aspecto práctico de vivir aquí.

Igual que su vecino Víctor, Pablo ha podido resolver con una batería portátil para su apartamento y con cuanto cargador, o battery pack, ha podido conseguir para mantener cargados su computadora y su celular, que son sus herramientas principales de trabajo. Pero su batería es más modesta que la de su vecino y no es tan potente. 

Pablo: Económicante no lo veo viable. Pues, la mayoría de las personas que viven aquí o pues somos clase media, clase trabajadora. No necesariamente tenemos el poder adquisitivo para  invertir en un, en un equipo como ese. Y además, la batería es una solución temporera. Es una solución a corto plazo y para situaciones bien particulares, pero no, no me parece que sea viable para nuestra comunidad siendo realista.

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Si hubo algo que me quedó súper claro en las visitas que hice a la cooperativa, es que, entre sus vecinos, es tan prevalente la mentalidad de pensar en colectivo como la frustración por sufrir la inestabilidad de una red eléctrica que no acaba de arreglarse, y no se arregla incluso con la llegada de las empresas privadas LUMA y Genera PR. 

Transición llegada a Salinas 

En la comunidad El Coquí, en Salinas, hay muchas casas y ningún condominio, pero el tema de las placas solares aquí también es diferente al resto del país... 

Tata: Esto es lo que se conoce, verdad, eh, como una zona de sacrificio que se ha escogido para ubicar muchos, proyectos altamente impactantes, contaminantes.  

Esa es Ruth Santiago Quiñones, abogada ambiental y también integrante del Consejo Asesor de Justicia Ambiental de la Casa Blanca.

Tata: Ya en el complejo Aguirre hay dos plantas, ¿verdad? No es, no es una, son dos allí. AES, la planta de carbón, está aquí cercana también.

El concepto de “zona de sacrificio” puede sonar dramático o exagerado, pero es real. Se trata de lugares que colindan con proyectos, en este caso, de energía, que le hacen la vida más fácil a quienes viven lejos, pero son una pesadilla para quienes conviven con su operación. 

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En Puerto Rico, una de las mayores zonas de sacrificio está a orillas del mar Caribe. Y ya para 1977 los sacrificios de estas comunidades se habían documentado.

ARCHIVO: El problema de la pesca aquí ha sido que se ha dio la pesca de la bahía de Guayanilla ha sido principalmente las petroquímicas.

A Peñuelas y Guayanilla las sacrificaron por el fallido proyecto de la CORCO, la petroquímica que mencionamos en el segundo episodio, 

ARCHIVO: Ya no contamos aquí en la bahía de Guayanilla con coger ostiones, porque la termoeléctrica acabó con ellos. 

Y en Salinas y Guayama hay barrios enteros que han sufrido por décadas gracias a sus vecinas contaminantes: las plantas que queman petróleo y carbón para encender, principalmente, la distante zona metropolitana.

Por eso, la promesa de dejar los combustibles fósiles y pasar a la energía renovable sonaba como un bálsamo para las comunidades de esta zona del país, comunidades como El Coquí.

SFX TORMENTA

Hasta que, después de una inundación sin precedentes, los vecinos se enteraron de que, al lado de su comunidad, habían plantado un mar de placas solares en una finca que, hasta hacía poco, había sido terreno agrícola. 

SONIDOS DE PROTESTA

Maritza: En mi comunidad hubo gente que tuvo miedo de perder su vida. Cosa que nunca había pasado. Porque si, aquí no estamos diciendo que nuestra comunidad no se inundaba, es cierto, era una zona inundable, inundable, no una zona de ahogamiento.

Esa protesta ocurrió en febrero de 2024. Semanas después, mi compañero Ezequiel Rodríguez Andino viajó hasta Salinas a crear un estudio virtual en el centro comunal de El Coquí para, desde allí, hablar con varias de sus vecinas.

Al llegar, Ezequiel se encontró con que no había luz. Pero pudo montar el equipo porque en esta comunidad creen en las posibilidades de la tecnología, y habían instalado un sistema de paneles fotovoltaicos en el techo del centro comunal, conscientes de que puede servir a sus vecinos en casos de emergencia. 

AMBIENTE: Ezequiel: Sí, ya yo te estoy oyendo. Ok, ya puedes empezar.

Diana: Yo entiendo que, que esto de las placas solares, pues, es una buena alternativa al petróleo.

Diana Santi Santiago es residente, y una de las portavoces, de la comunidad El Coquí.

Diana: Pero debemos tener más humanidad y ser más empático. Porque ahora mismo aquí, sabes, porque vino cara de allá de otro lado con dos o tres verdes pa’ hacer esos proyectos, pero se prefieren los verdes a que se pierdan vidas humanas. O sea la comunidad estaba primero, antes que todo. Eso lo empezaron en 2012, sí, pero la comunidad lleva aquí más de cien años y tú no puedes seguir ahogando a una comunidad que ya se ahoga.

Sus reclamos se centran en cómo el cambio de zonificación de los terrenos agrícolas cercanos a El Coquí han impactado de manera directa su calidad de vida. Y cómo las respuestas a la crisis energética siguen con los mismos patrones; esos que en el pasado perjudicaron comunidades como la suya. 

BEAT MUSICA

En la conversación de esa tarde, no pude dejar de pensar que, a cuarenta millas al norte de allí, en la cooperativa de Rosalina y Víctor comparten la misma frustración. 

Ruth me explicó por qué parece que no salimos de estos ciclos:

Tata: Esa sobrecarga, verdad, que se da aquí y que crea esa zona de sacrificio para ubicar estos proyectos dañinos. Entiendo que tiene que ver con la percepción de que aquí la gente quizás no se va a quejar porque es gente más pobre, con menos nivel educativo, población afrodescendientes, que está acostumbrada a el impacto desproporcional, ¿no?, a vivir en áreas que casi no reúnen, verdad, los criterios para, para vivienda sana, etcétera. Eso es una tradición. Es como un vestigio, ¿no?, de lo que ha sido la relación del desarrollo económico, eh, en esta área. Esa sobrecarga y esa imposición de proyectos dañinos que tiene que ver con lo que es la injusticia ambiental, ¿verdad?. El discrimen, eh, de tirar, porque a la gente de guaynabo no le ubican, ¿verdad?, estos proyectos como aquí, ¿verdad? Allí saben que, ¿verdad?, van a tener una oposición porque hay gente más adinerada que puede contratar, ¿verdad?, todo el peritaje, toda la representación legal, eh, que necesite para derrotar todos estos proyectos.

Ruth también me compartió la esperanza de cambio real que ve cuando habla con las comunidades. 

Tata: La gente va a empezar a ver más acá de aquí en el Coquí y las comunidades del sureste, que el país se va empezar a dar cuenta de lo que está pasando aquí, de la avalancha de proyectos que quieren coger todos los mejores terrenos agrícolas. Áreas que tienen  quebradas, áreas que tienen canales de irrigación, como, precisamente estas fincas de Ciro, donde AES también quiere poner el proyecto. La gente se va a dar cuenta. Y eso va a crear la presión necesaria a nivel de todo el país para que se reconozca que hay que proteger, ¿verdad?, que hay una ley de plan de uso de terreno por una razón, y que estos proyectos son proyectos industriales que están ubicándose en terrenos agrícolas.

Y no es compatible con la agricultura poner, como propone AES, doscientas setenta y seis mil placas  en unas fincas que son agrícolas mecanizable. Eso no es compatible, por más que el gobierno ahora quiera ponerlo en un reglamento que no cumple con la ley de plan de uso de terreno.

Y mientras seguíamos hablando, más evidente era la sed de buscar soluciones contundentes. 

Víctor Alvarado Guzmán, miembro del Comité Diálogo Ambiental, enumeró las consideraciones básicas que se deben tener en la planificación y ejecución de proyectos de energía renovable a gran escala.

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Victor Alvarado: Primero, tiene que haber una participación real de la comunidad. No puede ser que que yo me entere cuando el proyecto lo van a construir, sino que tienes, no solamente que, que la gente, la gente de la comunidad sepa la información, es que tenga participación real en la toma de decisión, que eso aquí nunca ha ocurrido, porque la comunidad nunca tiene ese poder, ¿verdad?, de tomar la decisión de decir bueno, pues ese proyecto a mí no me conviene porque me va a hacer daño, ¿verdad?. Y esa es una cosa que yo creo que es fundamental.

Segundo, eh, la generación eléctrica, si, si va a surgir desde la comunidad, pues tenemos que buscar, que sean sistemas eléctricos  que beneficien y que le haga justicia a la comunidad. Ahora mismo ese proyecto de las placas solares en suelos agrícolas, si la termoeléctrica se va, si el sistema eléctrico de Puerto Rico se va, aquí se va a ir la luz. Ahora, si yo hubiera puesto esas placas encima de los techos de las casas de aquí, la gente del Coqui, por ejemplo, se va la luz como se fue hoy, todo el mundo se podría con, ¿verdad?, considerar o construir en ese, una una microred donde la comunidad tenía directamente energía. Así que cuando decimos, como decimos que tiene que partir de la comunidad, es que tiene que tomar la consideración, las características también de cada comunidad.

Cuando uno está en este tránsito entre lo viejo y lo nuevo, parece que se acumulan los obstáculos. Y a donde llegamos es al desespero.

Pero este frenesí de pensar que los sistemas individuales de placas solares y baterías son la única solución, lo que está fomentando es un sálvese quién pueda. 

Y vamos dejando atrás a gente como los vecinos de la Cooperativa San Francisco, a los vecinos de El Coquí. Pero no solamente a ellos. También, a quienes no pueden pagar las placas o no se quieren endeudar para hacerlo, a los vecinos de los caseríos, los que viven alquilados, los pequeños negocios; lugares que necesitamos, como las escuelas, hospitales y centros de envejecientes, y otros que visitamos, como centros comerciales, iglesias, cines, teatros, chinchorros. 

Dejar atrás a esos lugares, dejar atrás a esa gente no debe-- es que no PUEDE, ser la solución. Y tener una red de energía renovable que sirva para TODOS, sin dejar a nadie desconectado, eso no es ficción, ya se ha logrado en otros lugares. 

France 24: Entre 2017 y 2021, el 94% de su generación eléctrica fue de fuentes renovables como el viento y el sol. Esto lo posiciona como el segundo país del mundo con mayor participación de energías renovables, de acuerdo con el Informe REN 21.

TEMA DEL MEOLLO

En el próximo episodio de El Meollo, nos vamos de viaje, y el destino es un mundo —o, más bien, un país—donde se demostró que esto es posible.

Ramón: Creo que lo más audaz que hicimos fue plantearnos el modelo que nos quisimos plantear. Lo más audaz fue decir, a ver, lo mejor para nuestro país es dejar de depender de los combustibles fósiles importados y pasar a depender de nuestros recursos naturales. Eh, y lo vamos a poder hacer, a pesar de que el mundo no lo ha hecho. Y lo vamos a poder ser más barato de lo que tenemos. Eso ya solamente de plantearlo, ya me parece una locura. (ríe) 

Este episodio lo escribió Oscar J. Serrano. Fue editado por Ezequiel Rodríguez Andino y por mí, Laura Noemí Pérez. El diseño de sonido y la producción son de Ezequiel Rodríguez Andino. El diseño de marca y el arte gráfico que acompaña los episodios son de Alberto de la Cruz.

Esta primera temporada de El Meollo fue posible gracias a la subvención de la Fundación Puertorriqueña de las Humanidades, el National Endowment for the Humanities y el Environmental Defense Fund.

Contamos con la asesoría de Agustin Irizarry Rivera y Carlos A. Muñiz Osorio.

Agradecimientos especiales para José Ibañez, de Monopolio Records, Sonya Canetti Mirabal y Dalila Rodríguez Saavedra, de Humanidades Puerto Rico, Dan Whittle y Braulio Quintero del Environmental Defense Fund, María Colón Cruz y los estudiantes de comunicación de la Universidad del Sagrado Corazón y a Espacios Abiertos.

Visita el portal ElMeollo.org para consultar materiales relacionados con este episodio y obtener más información sobre la energía en Puerto Rico.